La siesta en España es sagrada, por ese motivo Juan Pablo no se va a privar de ella cuando vuelve de un arduo día laboral. Tirado en el sillón, con los ojos cerrados, la cabeza a 0 km/hs, adentrado en sus sueños profundos -léase como una morsa- escucha: "They tried to make me go to rehab I said no, no, no. Yes I been black, but when I come back You wont know, know, know..." Ese es su ringtone -mp3-, cual suena cuando llaman a su móvil. Eran las 20hs -el flaco dormía realmente como morsa-. La persona, que interrumpía sus sueños, era uno de sus jefes de Decathlon para informarle que a partir del miércoles hasta el lunes próximo no tenía que asistir a la empresa porque entraba en vacaciones. -¿Perdona? ¿Cómo? ¿Vacaciones? ¿Ya?-
En el momento de cortar, Juan Pablo se levantó del sillón de golpe, se agarró la cabeza y se dijo: -¿Ahora qué hago?-. Entró en un ataque de histeria. Comenzó a pensar qué carajo hacia, que no tenía un duro para ir a ningún lado, que sus amigos se iban al otro día de vacaciones a Amsterdan y que se iba a quedar solo, como un marrano, en la casa por cinco días -bueno solo, solo, no! pero no va al caso ahora-. Caminaba de una punta a la otra del piso -departamente-. Cinco minutos más tarde se sentó nuevamente en el sillón, agarró la computadora -ordenador- y comenzó a entrar en todos los sitios web que venden pasajes de avión. Buscó, buscó, buscó con tanta desesperación hasta que encontró los lugares más baratos para irse a la mierda al día siguiente. Ellos eran: París o Lisboa. En eso se lo grita a María y a Juanjo y ambos respodieron al mismo tiempo y de la misma manera: -TE VAS A PARÍS! -si me lo dicen así-