Mis vacaciones de noviembre serán fraccionadas en siete post para poder contar más tranquilo y con paciencia una nueva forma de aventurarse por los países europeos.
Hace tres meses, yo había comprado mis billetes de avión hacia dos destinos: Londres, que ya les conté anteriormente mi opinión sobre ese horizonte, y Bruselas.
A la vuelta del primer destino, me enteré que me quedaban 11 días laborables para tomarme de vacaciones en mi trabajo. Al llegar a casa, me pongo a pensar y digo: -me queda una semana y días para irme a Bruselas, ¿por qué no estiro el viaje, pierdo el pasaje de vuelta y me voy a recorrer los países del este? Y así fue como surgieron las cosas. Martín, mi compañero de piso, me comentó sobre los viajes por Interrail –viajar por Europa en tren-, miré los precios (muy convenientes) y dije: ¿Por qué no?
El día 30 de Octubre salí corriendo de Decathlon para llegar a casa, levantar campamento –agarrar la mochila- y salir para la Estación del Nord a coger el bus hacia el aeropuerto de Girona. Así empezó el viaje más largo, solo, y aventurero que tuve en años. Agregando que en ciertos momentos tuve unos julepes –miedos- terribles, pero de eso ya hablaremos luego.