Terminando con Catalunya

Día libre. Día soleado –hay que agradecer en este invierno-. Día para hacer algo. Las opciones eran: a) despertarse temprano, ir a la estación de tren y sacar billete y forfait para ir a skiar; b) despertarse un poco más tarde, ir la estación de tren y sacar billete para conocer Tarragona. Vendida al mejor postor. Aunque mis intenciones y ganas eran esquiar, la oferta de conocer Tarragona era mucho más económica. No por rata dejé de ir a hacer  el deporte que me encanta sino por el siguiente motivo:
M: -¿Tarragona? Jamás en la vida hubiera pensado en ir a conocer Tarragona.
JP: -Una, es la segunda ciudad más romana del mundo después de Roma; y dos, es lo que me queda conocer de Catalunya.
Ese era el motivo que ponderaba sobre el resto. Antes de ir a conocer Roma iba a conocer la segunda ciudad más romana del mundo y que es muy recomendada por la gente de esta comunidad. Visto y comprobado, lleno de turistas gringos.

El viaje en tren duro unos cuantos capítulos de Los pilares de la tierra, es decir una hora nomás en el tren regional de la renfe. No es mucho, además uno puede ver el paisaje que es lo divertido de los viajes en tren. Sí, Flor ya entendí a lo que ibas y a lo que tanto rompes la bolas con los viajes en tren.
Llegando a la estación de trenes de Tarragona, ubicado sobre la zona de la playa, uno ya puede observar las ruinas romanas de la ciudad. Esto, y toda la ciudad al no conocer Roma, me hizo acordar mucho a Atenas exceptuando que esta es mucho más chica y que del tren no te da miedo bajar :S. Una vez abajo, hacia un lado uno puede ver la playa, el mar, los barcos y los cruceros; hacia el otro, observa la ciudad y las típicas escaleras o cuestas arriba que hay en todos los malditos lados donde la gente copada construye capitales sobre las colinas :S ja!
Gracias a un mapita en la esquina pude ver dónde quedaba cada cosa. El primer rumbo era el anfiteatro y cementerio romano ya que estaba subiendo las lindas escaleras que tenía frente a mí y pasando la rambla-calle principal de la ciudad. Cuando llegué a la puerta del anfiteatro mi cara cambio de una alegría y emoción a un bueno. ¿Esto por qué? Sobre las rejas había un cartel en catalán que decía: -“Dilluns tancat” (Lunes cerrado). ¡Bien, boludo! El día que uno va a conocer una ciudad, en esta, las cosas están cerradas. A pesar de este pequeño inconveniente, al ser ruinas se pueden ver desde afuera. Obviamente, y sé en lo que están pensando, pisar el suelo y tocar la piedra o el mármol no es lo mismo pero bueno no íbamos a echar por la borda el viaje. Así seguimos el recorrido por el circo romano, la cárcel, la catedral y palacio. Además se puede ver y sentir la muralla de la ciudad y algo que muy interesante en este tipo de ciudad, al igual que en Atenas, la ciudad, construida encima de una anterior, posee, entre sus edificios, calles y plazas, monumentos o partes de la ciudad anterior emergiendo de la tierra ante lo nuevo. Algo muy surrealista, para el caso.
Tarragona es una ciudad-capital muy pequeña, como en la mayoría de Europa, por eso cuando terminé de ver  las cosas y caminar un poco por sus calles y negocios me detuve a comer algo. Cuando terminé y al querer irme porque unos niños estaba criticando lo represivo que era que tus padres te castigaran, que eso no debía estar permitido, me dirigí hacia la playa, a un banco que ya había visto cuando llegué por la mañana y me senté a continuar la lectura de mi libro hasta dos horas y media después que estaba camino a casa, arriba del tren.

Aquí dejo algunas fotos del lugar:

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