Un lugar inesperado

Empecemos por el simple hecho de que cuando llegué a Barcelona nunca me había imaginado que iría a Eslovaquia. Todo fue muy raro pero se fue dando y lo que se va dando nunca es malo. Bratislava salió de la galera y fue uno de los mejores momentos y lugares.

Como decía en el anterior post –Praga-, el viaje a Bratislava se adelantó por falta de autobuses nocturnos hacia Viena. Aunque vamos a confesar que ya estaba en el itinerario pero iba a darse luego de conocer Austria. Volviendo, desde Praga me tomé un bus que me dejó varado en una ciudad desconocida –Bratislava, capital de Eslovaquia- a las 4 de la mañana. En la estación tenía que sacar el pasaje a Viena para ese día pero más tarde, porque aunque sea una capital la ciudad es muy pequeña y la podes conocer en horas. Es decir, que llegué a las 4 a.m. y para esperar a que abrieran las taquillas este viajero aventurero durmió en una estación de autobuses hasta las 6.30hs. :S Lo único catastrófico fue el frío pero después todo muy bien. Sigo vivo y no me falta ni perdí nada. Bueno esto último es discutible.

Ya comprado el mapa, porque sino ni idea para dónde salir disparando, me fui  a conocer la ciudad con muchas ganas sin pensar en que hacía dos días que no dormía en una cama :S Entre otras cosas :S
Mi cabeza iba con los prejuicios y el cagazo –miedo- de la peor película Gore de la historia: Hostel. Sin embargo, hay tanto para ver y tan bello y nada que ver al film que la cabeza no te deja de dar vueltas. Realmente, la ciudad me voló la cabeza y se convirtió en una de las favoritas del tour. También, hay que reconocer la cantidad de monjitas que hay por todas las calles y la belleza de los puestos navideños que comienzan a montarse en esta época del año (principios de noviembre).

Por otro lado, la arquitectura de edificios municipales, de conventos e iglesias, así también como de el castillo –ubicado sobre una de las colinas- es impresionante. Otro de los lugares que no se pueden dejar pasar es el barrio junto a la colina del castillo –barrio ubicado en la colina continua, un sin parar de subir y bajar- y el cementerio de los caídos de la segunda guerra mundial y el monumento al comunismo de la URSS, ubicados en la cima de esta última.

Finalizando el recorrido, uno debe pasarse por el centro histórico y apreciar sus pequeñas callejuelas y plazas principales. Además de aprovechar y comer algo, como comprar las típicas pelotudeces –souvenirs- de viaje. Las personas son muy humildes y amables. Gracias a dios, no hay problemas con la comunicación ya que la mayoría de las personas hablan inglés. El dialecto eslavo es muy complicado. Mi oído no distinguía ni un “hola” :S

Lo más loco de esta ciudad capital es que todavía no se siente del todo el concepto “Este”, como si pasará más adelante en otras ciudades y que ya iré contando. Bratislava es una mezcla, al igual que Praga, entre un país 100% europeo y un fairy tale mixado con una tranquilidad y paz interior inexplicable. No hay como sentarse a leer un libro en uno de los bancos del parque detrás del palacio presidencial.

Dejo las fotos como siempre:

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